RESUMEN
«Ya no hay esperanza para la artesanía del terciopelo. Ahora queda solamente conocer la historia, reconocer a los personajes, como Vicente Enguídanos, y preservar la memoria de una labor que es, a la vez la memoria de un pueblo.»
DATOS DE INTERÉS
Los telares se realizan exactamente igual desde el siglo XV
Se necesitan 8 horas de trabajo para avanzar tan solo unos 15 cm de tejido
También se han elaborado tejidos como el tafetán, el raso, la tercianela, la sarga, tisús de hilo de oro y plata…
Vicente Enguídanos viene de una familia de tejedores –es la cuarta generación de artesanos– y se consagró al trabajo de la seda desde los 12 años. No solo se ha dedicado a hacer terciopelo, por supuesto, también ha elaborado otros tipos de tejido como el tafetán, el raso, la tercianela, la sarga, tisús de hilo de oro y plata, y telas con dibujo como el damasco, los brocados, los brocateles y el espolín, a cada cuál más complicada.
”Se necesitan 8 horas de trabajo para avanzar tan solo unos 15 cm de tejido.
Valencia, la cuna de la artesanía de la seda y el terciopelo
Pese a no dejar aprendiz, sí queda constancia de su oficio en el Museo del Colegio del Arte Mayor de la Seda de Valencia, al que ha querido donar su telar de terciopelo. También sus telares de espolín que se pueden ver en funcionamiento, tanto el estándar de 54 cm (medida establecida debido al ancho de las espaldas de los sacerdotes, quienes vestían estas caras telas), como el construido por él para crear tejidos de 130 cm de ancho.
El trabajo de confección se realiza artesanalmente en un telar de madera y es una ardua tarea que depende de la complejidad de cada estampado: para un espolín de 54 cm de ancho –el estándar– se necesitan 8 horas de trabajo para avanzar tan solo unos 15 cm de tejido.
Pero Vicente hace 18 años que se jubiló sin tener ningún discípulo y este arte está a punto de desvanecerse y quedar solo en la memoria y los libros. Él asegura que para la confección del espolín aun quedan 2 o 3 fábricas que realizan este trabajo, no así para el terciopelo, para el que existen máquinas, pero del que él es el último artesano.
Y es que tejer vellut de manera artesanal es una tarea de gigantes que se realiza exactamente igual desde el siglo XV. Ya la propia palabra terciopelo nos da una primera pista de su elaboración: algo relacionado con los tercios… y, sin ir más lejos, así es. Cada hebra de seda está compuesta por tres hilos, de los cuáles se corta uno (un tercio), dejando los otros dos urdidos, y conseguir los pelos del tejido final sin deshacer la tela.
Valencia, la cuna de la artesanía de la seda y el terciopelo
Lo curioso de esta historia es que Valencia, gracias a la llegada de los genoveses y su especial significación en la ruta de la seda, fue un enclave importante durante el s.XV en este ámbito. Tanto, que los 1.200 telares que en aquél entonces se documentan que existían, dieron nombre a un barrio entero, el de Velluters, en el centro de la ciudad. La relevancia de esta artesanía hizo que se creara el Gremi de Velluters (1479) y que la población, y el resto de comerciantes de la localidad, creciera alrededor de este trabajo, con oficios vinculados a la producción y confección de la seda, y exportara artesanos a Francia (Versailles, Lyon) y otros países europeos.
Más tarde, en el s.XVIII, el espolín relevó al terciopelo y hubo un descenso del número de telares de vellut. Pese a ello, el arte de la seda ha sobrevivido en Valencia gracias a los trajes regionales de fallera y a la tradición de vestir a los santos y miembros de la iglesia –congregación que puede permitirse el coste de estos tejidos–.
Valencia, en la actualidad, sigue conservando monumentos, vestigios y referencias a su época dorada y el Colegio del Arte Mayor de la Seda, recientemente renovado, recoge la huella de este oficio en la cultura, la economía y la sociedad.
Por eso, pese a que el arte de hacer terciopelo esté agonizando, al menos perdurará el testimonio de Vicente Enguídanos y sus 85 años dedicado al oficio, y quién sabe si dejará de ser el último velluter de Valencia.